Transiciones || Por Víctor Alejandro Espinoza

Era imposible…

Por Víctor Alejandro Espinoza

Un día antes del histórico discurso de Andrés Manuel López Obrador (AMLO) al asumir la presidencia del Consejo de Seguridad de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), Santiago Nieto Castillo tuvo que renunciar a la titularidad de la Unidad de Inteligencia Financiera de la Secretaría de Hacienda. No había de otra.

Considerado uno de funcionarios del gobierno de México más destacados, Nieto Castillo decidió organizar una boda “muy costosa”. Se dice que buscando la privacidad, optó por sellar su destino con su prometida, la consejera electoral Carla Humphrey, en la ciudad de Antigua en Guatemala. Nunca calculó o lo hizo mal, que se le vendría la noche tras su fastuosa boda.

El problema desde luego no es la fiesta. Cualquiera puede organizar con sus recursos la fiesta que quiera. (Por cierto, hay países en los que se festeja más el divorcio con una bacanal, que los matrimonios). En este caso la diferencia es que como funcionario público de altísima responsabilidad, debes cuidar que tu vida privada no trascienda el espacio público. Más en esta época de uso intensivo de las redes sociales.

El asunto se dio a conocer con un vuelo privado que llegó a Guatemala procedente de México en el cual viajaban algunos personajes. Y que al parecer no declararon, ni de salida ni de entrada, 35 mil dólares en efectivo. (La norma internacional señala un máximo de 10 mil dólares para importar o exportar de manera directa recursos). Y se supo también que eran propiedad del dueño del periódico El Universal, Juan Francisco Ealy Ortiz. La primera perjudicada fue la Secretaria de Turismo del gobierno de la Ciudad de México, Paola Félix Díaz, a quien de inmediato Claudia Sheinbaum pidió la renuncia.

Luego trascendió que en la lista de invitados a la boda se encontraban personajes del PRI y del PAN (y más de este último partido) y empresarios, declarados enemigos y adversarios del gobierno que representaba Santiago Nieto. Después de la decisión de la jefa de gobierno, era cuestión de horas para que AMLO actuara en consecuencia. Y no solo por lo fastuoso de la boda (de por sí una incongruencia con lo que pregona el actual gobierno), sino porque había personajes sinónimo de la corrupción que se supone perseguía la UIF. Pero, además, sucedió a escasas horas de que el presidente fijara su posición en la ONU sobre el tema de la corrupción. Esa suma de situaciones hacían imposible que Nieto Castillo se sostuviera en el cargo.

No dudo de la integridad de Santiago Nieto; tampoco de que posteriormente vaya a ser colocado en algún cargo. Él ha manifestado en sus redes sociales su lealtad al presidente y …su amor incondicional a su ahora esposa. Ya hay quien lo ve como candidato presidencial de la alianza Va por México, sobre todo porque la “caballada está muy flaca” entre los suspirantes del PRI, PAN y PRD. Si llegara a aceptar, se cumplirían muchas de las suposiciones que hoy se manejan: que él si confeccionó la lista de invitados y que mantiene relaciones cercanas con enemigos del presidente y del proyecto de la 4T. Eso lo veremos al tiempo.

El mensaje de AMLO con la sustitución es muy claro y fuerte: “la forma es fondo”. No se permitirá ningún desliz de los funcionarios de su gobierno. Y se refuerza con el nombramiento del sustituto, Pablo Gómez Álvarez, a quien no le tiembla la mano para señalar a la corrupción. De una larga tradición de izquierda, Gómez Álvarez no tiene cola que le pisen en temas de corrupción y no se le conocen amistades ni afectos en las líneas contrarias.

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