Por Guillermo Alonso Meneses
“De aquellos polvos vienen estos lodos”. Este viejo refrán remarca que detrás de cualquier evento subyacen unas causas y una historia. Y no siempre podremos conocerlas. Hoy ignoramos por qué Vladimir Putin inició esta guerra contra Ucrania, cuando el caos mundial por la pandemia del Covid-19 aún no se disipa. ¿Ucrania en la OTAN realmente era una amenaza para Rusia? ¿Por qué amenazó con utilizar armas nucleares? ¿Qué necesidad había de una Guerra Mundial híbrida y de baja intensidad en el corazón de Europa? ¿Putin se volvió loco o cometió un error de cálculo que lo lanzó de cabeza al estercolero de la historia donde están Hitler o Stalin?
No hay respuestas claras.
La historia de la humanidad es la historia del impredecible factor humano. Pero son legión los alérgicos a la memoria y la historia. Sin embargo, algunos factores que explican esta guerra están en el derrumbe de la extinta URSS y su proyecto comunista-socialista, simbolizado en la caída del muro de Berlín en 1989. En aquel contexto, Ucrania se independizó de la URSS en 1991 y aquel mismo año nació la actual Federación de Rusia. Rusia, potencia nuclear, es el mayor país del planeta y su población ronda los 146 millones de habitantes [México tiene 130 sin contar los residentes y descendientes en Estados Unidos]. Ucrania tiene 45 millones de habitantes y es el tercer país más grande de Europa tras Rusia y Francia y por encima de España, y limita con varios países de la Unión Europea [UE] como Polonia, Eslovaquia, Hungría, Rumanía, así como con Bielorrusia, Moldavia y ese territorio-zombi prorruso de nombre Transnistria.
¿Todo esto no les huele ya a rancia geopolítica?
Putin es un gobernante mañoso que cambió las leyes para perpetuarse en el poder, inició guerras y asesinó opositores. Con todo, la revista estadounidense Time lo nombró hombre del año en 2007, Trump le reía las gracias y la Alemania de Angela Merkel o la UE lo empoderaron y adularon a cambio del gas ruso de la empresa estatal Gazprom. Es decir, los Estados Unidos y la UE alimentaron la prepotencia de Putin. Biden, ahora, lo tacha de criminal de guerra.
La historia reciente de Ucrania es la de un país acosado por Rusia, que impuso gobiernos títeres y atentó contra candidatos a la presidencia ucraniana. Cuando en el 2014 fue removido el presidente prorruso Yanukóvich, Rusia invadió la península de Crimea e instigó que en la región ucraniana de Dombás, limítrofe con Rusia, surgieran las autoproclamadas Repúblicas Populares de Donetsk y Lugansk. Esa guerra ha provocado más de 10 mil muertos. Cuando el 24 de febrero Putin invadió Ucrania pensaba repetir la historia del 2014 y que el mundo miraría a otro lado.
Sin embargo, un comediante ucraniano metido a político, Volodímir Zelenski, de familia judía y ruso-parlante, y el pueblo ucraniano, le plantaron cara al ejército ruso. Esta Guerra Mundial híbrida y encubierta, porque decenas de países están apoyando a Ucrania, se hace con Kalashnikovs [cuernos de chivo] y con drones de bajo costo, con los países occidentales estrangulando la economía rusa y Anonymous hackeando Webs estratégicas, con Rusia lanzando misiles hipersónicos o usando robots autónomos asesinos, mientras el barro y las heladas detienen su ejército.
La imbecilidad humana y la guerra son viejos ingredientes, como los 3.5 millones de refugiados, la mayoría mujeres y menores. Nuevo es que la guerra nos la cuenten en Instagram o que Zelenski le haya hablado telemáticamente a parlamentarios británicos, alemanes, estadounidenses. Mientras tanto, Putin desinforma.
Ucrania necesita luchar para poder negociar la paz sin humillaciones. Maquiavelo nos aconsejó que: a enemigo que huye, puente de plata. ¿Soñará Putin con puentes de plata?, ¿Occidente tiene la pesadilla de una guerra nuclear? Sepa.
Quienes crean que la guerra no afecta a México, que chequen el precio de la gasolina o ese impuesto dañino llamado inflación.