La abstención electoral en Baja California: el reto frente a la revocación de mandato
Por Ana Claudia Coutigno Ramírez
Baja California no sólo se distingue por ser una de las entidades federativas de más reciente creación en el país (1952), sino también por demostrar una dinámica política electoral de singular relevancia. Es decir, su historia política se caracterizaba por un importante proceso en la construcción de la democracia –a nivel nacional– a través del sufragio, como lo comprueba el triunfo de la primera alternancia estatal con el candidato del Partido Acción Nacional (PAN), Ernesto Ruffo Appel.
Resulta necesario señalar que, en esa elección, la participación de la ciudadanía fue un factor esencial que dio paso a la alternancia, pues se manifestó el apoyo electoral mayoritario hacia un partido que era de oposición al partido en el gobierno. En conjunto, en la sociedad bajacaliforniana se gestó una revalorización de su participación en la democracia a través del sufragio con un porcentaje de participación electoral de 47.4 por ciento, y se logró el deseado cambio por primera vez, desde que Baja California nació como estado. El resultado fue que, a partir de 1989, se generaron tres rutas paralelas: la primera, fue el fortalecimiento de un nuevo grupo político que pertenecía al PAN; la segunda, un sistema de partidos y, tercera, una gran expectativa por parte de la ciudadanía de una mejoría en la gestión gubernamental que incluía, entre otros aspectos, una relación más cercana entre las necesidades la sociedad y el gobierno.
Sin embargo, a partir de 1989 se observó en Baja California que el proceso de construcción de la democracia –a través de la vía electoral– dejó de ser el eje central de la movilización social, dato que se confirma con los resultados de una baja participación electoral en el estado, en donde hace más de una década sólo participan en los comicios dos o tres ciudadanos de cada 10, tanto en los procesos electorales federales como locales.
En diversas investigaciones en la entidad se destaca que, la tendencia a la disminución de la participación electoral llega incluso a ser mucho más baja a nivel sección, de manera sistemática y concentrada. Por tanto, podríamos identificar que la abstención electoral es un problema sustantivo en el sistema democrático de Baja California, pues provoca una gran exclusión social y política. El riesgo que conlleva este tipo de abstencionismo es que –progresivamente– puede llegar a definir o redefinir los perfiles de quienes determinan los resultados electorales. Es decir, los resultados están en manos de electores que tienen intereses individuales por sobre el interés colectivo, mientras que el resto de los ciudadanos se van alejando de las urnas poco a poco.
En los tres últimos procesos electorales federales, las estadísticas electorales indican que Baja California esta entre las entidades con la votación más baja, por lo que resulta necesario reflexionar sobre la cultura política que se está gestando en el estado.
El próximo 10 de abril se realizará –por primera vez– el ejercicio democrático de Revocación de Mandato, y con la tendencia a la baja de la participación, las instituciones electorales de la entidad tendrán el reto de motivar la asistencia a las urnas. De acuerdo con los resultados de los últimos estudios empíricos, los que menos participan son los jóvenes del sexo masculino, de entre 20 a 29 años, en particular los que no nacieron en el estado y que sólo obtuvieron su credencial para votar con el fin de conseguir empleo o para usarla como identificación (especialmente los que residen en los municipios de Tijuana y Mexicali en los distritos 8 y 4 federal).
Pero la participación electoral no depende exclusivamente de la voluntad y la capacidad técnica de los institutos electorales, sino que también requiere del apoyo político, social y financiero; desde los congresos, los tribunales y los partidos políticos, para impulsar la construcción de una ciudadanía informada, frente al desinterés político electoral.